Me había imaginado mil veces cómo sería llegar aquí, por dónde empezaría y la de cosas que iba a tener que hacer. Todo se quedó corto con lo que está siendo en realidad. Mudarte sola al otro lado del mundo es una aventura emocionante, sí. Pero también es un cambio bestial y todo cambio lleva su periodo de adaptación. Con solo una semana aquí, tengo la sensación de estar viviendo mil vidas en una sola. A veces me gusta, otras me agobia. En fin, han pasado muchas cosas en solo 7 días.

Nueva ciudad, nueva vida

La llegada en el aeropuerto ya fue un poco caótica. Hay que liar la de dios para salir de un aeropuerto australiano: registro de maletas con perros, esperas, rellenar papeles de inmigración, declarar todo lo que lleves… A eso se le suma cambiar de hemisferio, y llegar con ropa de invierno cuando aquí hace 30 grados con sensación térmica de 87.

espejo aeropuerto brisbane

Lo primero que hice al llegar fue cambiarme en el baño, cogerme un Uber, y dejar las cosas en el hostal. No me podía quedar durmiendo porque si no el jet lag iba a ser duro, así que me di una vuelta por el centro y me hice una primera idea de la que iba a ser mi ciudad durante los próximos meses.

helado en south bank

Primeras sensaciones con Brisbane

No la conozco de mucho, pero por lo poco que he visto, Brisbane tiene muy buena pinta. Le falla no tener playa, pero es una ciudad muy completa, muy urbana y puede hacer muy bien de base de operaciones porque tiene muchas cosas que ver alrededor.

No es enorme (lo que es el centro y donde está la vida, porque teniendo en cuenta los barrios residenciales, es inmensa), y es bastante manejable. Lo que me ha gustado hasta ahora, y no sé si tendrá que ver que es verano y en esta época siempre hay más movimiento en general, es que está llena de vida. Siempre hay algo, me he encontrado con varios mercados o música callejera que le dan encanto a la ciudad. Además tiene muchas zonas verdes, muchos parques, que siempre me gustan.

Eso sí, Australia es Jumanji. Es como pasear por un zoo. Si no es un lagarto gigante, son mariposas enormes, sino aves que no había visto en mi vida, arañas en medio de la ciudad o murciélagos de un metro. Es una locura.

El ritmo de conocer gente es increíble

No sé lo que pensaré dentro de unos meses pero en este momento me alegro de haber venido con visado de estudiante. El día después de llegar, quedé con un conocido que tenía aquí y sus amigas. Ellos me metieron en un grupo de Whatsapp de españoles en Brisbane donde puse que acababa de llegar. Me escribió un chico al día siguiente y me dijo que había un evento de otra agencia con la que yo no me he venido. Resulta que puedo ir a los eventos de todas las agencias aunque no sean la mía. Allá que me fui con él, y conocí a bastante gente en la azotea de un rascacielos con vistas a la ciudad (y cerveza gratis).

Escribí también en el grupo de Facebook de españoles en Brisbane y me escribió una chica de Mallorca que acababa de llegar también, y allá que nos fuimos las dos a tomar algo.

El jueves tuve la sesión de bienvenida de la agencia donde me llenaron el cerebro de información, y me metieron en el grupo de Whatsapp de gente que hemos venido a estudiar con ellos. Un chico puso que acababa de llegar y le escribí, y al día siguiente me fui con él a una feria de comunidades latinas. Con él, y con 3 amigos que se había hecho en el hostel.

En fin, que como puedes ver, a base de gente que conoce a gente, no era tan complicado hacer amigos como yo pensaba. El truco está en apuntarse a todo.

Papeleo, gestiones, y más papeleo

No te creas que me he pasado yo la semana de jota (que de hecho no he salido de fiesta aunque no te lo creas). Había un montón de gestiones que hacer esta semana: sacarme el número de teléfono australiano, internet, cuenta del banco, seguridad social…y demás papeleo que piden los australianos para poder trabajar. Hacerme el CV, sacarme un curso necesario para poder manejar alcohol…Y a todo esto, súmale buscar casa, que la vida en el hostel no es una tortura, pero tampoco es que sea esto un resort. ¡Y he hecho la compra!

dinero australiano

La vida en el hostel

Pues a ver, hay gente con suerte, y hay gente pues que no es tan agraciada. Y yo la B siempre. Es cierto que esto está lleno de gente joven, pero no he conocido a prácticamente nadie aquí. He dado con gente poco habladora y bueno, no puedo pretender conocer a todo el mundo en la vida.

¿Me gusta estar en el hostel? Digamos que soy una señora de mi casa. Necesito colgar mi ropa en un armario y dejar de compartir habitación con 5 personas, que además cada día son distintas. Y además, me han tocado los menos ordenados que había por Australia.

Montaña rusa de emociones

Es raro. Así como cada día es algo distinto y tengo estímulos nuevos por todas partes y parece que ha pasado un montón de tiempo en solo una semana, también me siento cada día de una manera distinta. Si me preguntas qué tal, pues depende del día que hablemos. Unos días estoy a tope, motivadísima, pensando todas las excursiones que voy a hacer, las cosas que voy a vivir y la gente que voy a conocer. Y otros días estoy un poco chof, con pereza de empezar de cero y con la batería social un poco agotada. Pero bueno, esto también forma parte del proceso. Si yo soy intensa de por sí, esta experiencia lo es aún más, y supongo que cuando entre en rutina todo se asentará un poco.

¡Pero tenemos casa!

Síííííí. Se me estaba haciendo eterno el proceso y en realidad ha sido rápido. He ido a ver dos casas esta semana y he dicho sí a una que me ha transmitido buena vibra. Me mudo esta semana, dejo atrás el hostel y pasamos al siguiente nivel: buscar trabajo. ¡Seguiremos informando!

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