Esta semana ha sido una locura de trabajo y no sé cuántas horas he trabajado, pero estoy aprendiendo a compaginar trabajar mucho con tener vida, y veo la vida de otro color. Última semana antes de vacaciones, de ir de aquí para allá, y qué ganas tengo. Lo mejor de todo, es que esta semana hemos reservado las vacaciones de verdad…¡porque nos vamos de viaje! Te cuento:

La vida después de clase

Pues resulta que había vida después de clase. La verdad es que hasta ahora me estaba acostumbrando a trabajar la mañana e irme de seguido a la academia, y cuando salía lo único que quería era llegar a casa y meterme en la cama.

Pero ahora que mi cuerpo ya se ha hecho, salgo de clase con ganas de ver mundo. Así que nada, el miércoles había partido de New Castle contra Queensland y allá que me fui. ¿Sé yo algo de rugby? Pues que cuando los demás aplauden, hay que aplaudir. Ya sabes, a una le gusta integrarse. Viven muchísimo el rugby aquí, que ya lo descubrí cuando fui al estadio a ver un partido pero es que este no era el equipo de la ciudad, sino del Estado. Y ganamos, que parecía eso la final del mundial vaya.

El jueves fue el cumple de Yasmine, que es parte de mi familia aquí. Así que cenamos en su casa tortilla de patatas que siempre es buena idea y hablamos de la vida entre vinitos y cervezas.

La Gran Boda Griega

Una compañera de trabajo me ofreció trabajar en la boda de la hija de una amiga suya, que necesitaban gente. Y allí que me fui con una amiga (con Yasmine precisamente). No entendí nada, pero te voy a contar lo que vi.

Ellos son griegos o chipriotas, no lo tengo claro. El caso es que llegamos allí a primera hora, a un casoplón en una urbanización, y nos recibió el hijo de la familia en toalla.

Nuestro trabajo consistió en preparar un montón de comida tipo buffet en la isla de la cocina (porque claro, cómo no van a tener isla en esa cocina), y después recoger al terminar.

Resulta que en su cultura, va la gente a buscar a la novia y se hace un picoteo en la casa antes de ir a la iglesia. Poco a poco fue llegando la gente y un grupo tocó en directo música griega, mientras bailaban en corros. Debían ser chipriotas porque yo estuve toda la mañana esperando que rompieran platos y se subieran a sillas pero no pasó.

Cuando se fue toda la gente, nos dejaron las llaves de la casa y nos quedamos solas mientras terminábamos de limpiar. Nos dejaron llevarnos la comida que quisiésemos, y una que es la reina de los tuppers te puedes imaginar.

¡Vacaciones reservadas!

Ayyyy qué ilusión. Si estoy trabajando este mes tanto, es porque el mes que viene me voy dos semanas de viaje, y no puedo tener más ganas. Nos vamos a recorrer la Costa Este en caravana, a ver playas increíbles, koalas y canguros en libertad, pueblitos y lo más importante: a bucear y sobrevolar la Gran Barrera de Coral.

Yo no sé quién va a conducir ese trasto, pero hemos reservado una caravana de 6 personas. Pongámonos en la situación de que aquí se conduce por el otro lado. Eso, y llevar la casa a cuestas no ayudan. Pero mientras no haya accidentes, seguro que nos reímos.

Esta semana me ha cambiado muchísimo el chip. Llevaba un par de semanas un poco plof la verdad, esta experiencia es una montaña rusa, y suele perseguirte el pensamiento «¿habré hecho bien? ¿qué hago aquí? trabajo mucho para disfrutar tan poco…¿para qué he venido entonces?». Pero luego aprendes a compaginar la vida con el trabajo, y reservas tu próximo viaje, recuerdas a lo que viniste y se te pasa.

Ahora me siento muy agradecida con cómo me han ido las cosas. Con estar en un trabajo que me permite trabajar las horas que quiero (con la parte económica que supone eso), con haber conocido a gente con la que me entiendo tan bien y con quien comparto los mismos planes. Mi única preocupación ahora mismo es si irme en agosto a Nueva Zelanda o a las islas Fiyi. Así que me siento agradecida también conmigo misma por haber venido. Tengo muchas ganas de comerme el mundo y de todo lo que se viene. ¡Seguiremos informando!

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