Las semanas ahora que ya estoy con una rutina más definida y estable son tranquilas si no hay una escapada a la vista. Hago vida normal, de lunes a viernes trabajo por las mañanas, por las tardes voy a clase, y aprovecho los fines de semana para hacer planes. La verdad es que no paro quieta y esta semana en concreto que ha sido la primera en estar a tope como lo he estado, estoy mueeeeerta. Pero bueno, estoy contenta de que todo va saliendo rodado.

La vida en la cocina

Otra cosa no, pero vocabulario de cocina estoy aprendiendo que no veas. Me dedico a cortar ingredientes, pelar fruta y preparar ensaladas. La verdad es que es un trabajo muy llevadero y me lo hacen muy fácil. La edad media de mis compañeros de trabajo son los 50, y son como mis padres. Se preocupan de que llegue a clase a tiempo, me preguntan siempre qué planes tengo de finde…

La verdad es que son muy buena gente y aunque a veces nos riamos de mí porque no entiendo muchas de las cosas que me dicen, estoy contenta trabajando ahí. Además, más suerte no podría tener, trabajo de lunes a viernes y hago jornada completa prácticamente (que no es fácil que te den horas con el visado que tengo yo). Así que más no podría pedir en cuanto a trabajo.

Lo rápido que se conoce gente aquí

Es increíble. El sábado fuimos a hacer barbacoa a un parque y fíjate cómo van aquí las cosas. En la barbacoa de al lado había un grupito de gente y nos escuchamos mutuamente hablando en castellano.

miaustraliaño semana 11

Al final acabamos todos juntos comiendo y cómo no, la mayoría eran catalanes. No sé cuánta gente tiene que haber en Barcelona, porque están todos aquí. El caso es que estuvimos haciendo castells (más bien estuvieron porque qué miedo).

A lo tonto acabamos todos en casa de un amigo y la noche derivó en un karaoke levantando a todo el bar para bailar el aserejé. No voy a dar declaraciones al respecto.

Me cuesta mucho ser consciente de dónde estoy. Ahora que ya tengo una rutina, unos amigos, un trabajo…muchas veces tengo que abrir el mapa y hacerlo pequeñito para darme un poco cuenta de dónde estoy realmente. Es una sensación rara, como si llevase aquí 7 años y esta hubiese sido mi vida desde hace mucho, pero a la vez el tiempo se me está pasando rapidísimo aunque al principio se me hiciese eterno. No sé, cuesta mucho poner los pies en el suelo y a veces me da miedo no aprovechar el momento todo lo que pueda y ser consciente cuando ya me haya ido. Pero bueno, sea como sea, los recuerdos quedarán. ¡Tengo muchas ganas de los viajes que están por venir!

También te puede gustar:

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos: El responsable del proceso es Donde me lleven los aviones. Tus datos serán tratados para gestionar y moderar tus comentarios. La legitimación del tratamiento es por consentimiento del interesado. No se cederán datos a terceros, salvo obligación legal. Tienes derecho a acceder, rectificar y cancelar los datos, así como otros derechos, como se explica en la política de privacidad.