Llegó el día. Ahora mismo estoy en el aeropuerto de Cantón, China, tras 12 horas de vuelo desde Londres, 2 desde Bilbao, y esperando para pasar otras 9 en un avión que me llevará a Australia.

Entre esperas, controles y aviones, me está dando mucho tiempo a pensar en todo lo que está siendo esta locura que todavía ni ha empezado. En lo poco consciente que he sido hasta que ha empezado el mes y han empezado los preparativos de verdad. En la suerte que tengo de la gente que me espera al volver. Y en todas las preguntas que no tenía y que han surgido quizás mientras estaba en las nubes.

Preparativos y mudanzas

Febrero ha sido una locura y no sé cómo mantengo el pelo. Nadie me había contado lo que suponía dejarlo todo e irte a vivir al otro lado del mundo y quizás era un poco obvio. Tal vez lo vi desde los ojos de esa persona que termina de estudiar, está en casa de sus padres y sus preparativos son hacer la maleta y marcharse.

Pero no. Después de 7 años en mi casa, a 600 km de la casa de mis padres, he tenido que ubicar todos mis trastos, que no han sido pocos y menos mal que he podido dejarlos en la ciudad donde vivo en una casa familiar.

A eso se le suma dejar el trabajo y lo que conlleva. Querer dejarlo todo a punto, terminar de cerrar lazos que están abiertos.

En mi caso también he vendido mi coche. Suerte que he tenido que lo he podido vender en Bilbao y aún lo he podido aprovechar hasta el último momento.

¿Y las vacunas? Porque me he puesto CUATRO VACUNAS. Sé que para Australia no hacen falta pero chica, una viajará un poco (esperemos).

Despedidas que te hacen darte cuenta lo que dejas atrás

No sé si me casaré algún día, pero esto es lo más parecido que he vivido. Son solo unos meses, pero he disfrutado de despedidas con toda la gente que quiero y no han dejado de sorprenderme desde que empezó el mes. Que son solo unos meses y parece que me voy a morir, también te digo.

Febrero empezó con una despedida familiar. Mis primos, que más que primos son hermanos, se presentaron de sorpresa, me vistieron de canguro y me hicieron hacer el ridículo por la ciudad. Yo encantada claro. Regalitos incluidos que llevo y llevaré conmigo.

Tuve que despedirme también de la amiga con la que he vivido durante los últimos 6 años, pero con ella sí que era para siempre. Yo dejo mi casa, y cuando vuelva ella se habrá mudado de ciudad.

En el pueblo me vistieron de koala y aunque estaba un poco pachucha (que esa es otra, 3 semanas mala del ajetreo), pude disfrutar y despedirme de mis amigas de toda la vida.

Además de eso, hubo cenas, comidas y cafés entre huecos para despedirme de todo el mundo. 

En Bilbao ya fue la gota que colmó el vaso, y mis amigos de siempre me hicieron una fiesta sorpresa, disfraz de koala incluido claro, donde me prepararon comida española que saben que me encanta (VIVA LA TORTILLA) y jugamos a mis juegos favoritos. Por si fuera poco, se presentaron en el aeropuerto para despedirme también.

Te puedes imaginar lo que he llorado este mes, y eso que en unos meses estoy de vuelta.

A mi yo de dentro de unos meses

Ahora que estoy en pleno viaje y a un solo vuelo de llegar, tengo mil preguntas para mi yo de final de año. 

¿Seré la misma persona después de esta experiencia? ¿Conoceré amigos de esos que te llevas para toda la vida? ¿Tardaré mucho en encontrar trabajo? ¿Y casa? ¿Seré capaz? ¿Aprenderé inglés? ¿Aprovecharé el tiempo? ¿Viajaré todo lo que quiero? ¿Echaré de menos mi casa? ¿Me arrepentiré en algún momento? ¿Merecerá la pena? ¿Estará todo el mundo que dejo en España cuando vuelva? ¿Cambiarán mis prioridades?

semana 0 mi australiaño

Todos dicen que después de algo así nadie vuelve siendo el mismo. A día de hoy, quiero irme, vivirlo, y volver a mi vida de antes.

No lo sabré hasta que no pase, pero estoy orgullosa de mí. Lo has hecho tía. Ahora ya no hay vuelta atrás.

Vamos a por todas.

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